![]() |
Así lo dijo, Julio R.
Sotelo, responsable del Instituto Juan D. Perón-Chaco- minutos antes de la
disertación que ofreció el Lic. Eduardo Aguilar sobre la concepción
justicialista de la economía. Sotelo, además dejó en claro que “La concepción justicialista de la economía es
una sola, donde la economía está al servicio del hombre, no es la economía
menemista, esa no fue economía peronista, esa fue una economía del
neoliberalismo y que realmente sirvió para dilapidar nuestras riquezas y para
empobrecer a la Argentina ”.
Sobre la concepción justicialista en la economía que lleva adelante el
kirchnerismo dijo: “Este gobierno, podemos discutir la metodología que aplica,
pero nadie puede negar que esté aplicando temas que son de origen absolutamente
justicialista, desde la
Nacionalización de YPF, de Aerolíneas Argentinas, hasta la
aplicación de medidas que son reconocidas de neto corte social como el salario
universal, entre otras”.
..................................................................................................................................................
Por cierto, me hubiese
gustado escuchar la exposición de Eduardo Aguilar pero al margen de ese
detalle, estos disparadores que plantea el Instituto Juan D. Perón, me lleva a
escribir algunas apostillas sobre la concepción peronista aplicada en la
economía argentina, que es un tema amplio, y naturalmente como todos los
asuntos peronistas, dispara nutritivos debates. El hecho que estemos ya en el
siglo XXI nos podría llevar al pensamiento que todo ya fue discutido, que en
los hogares conceptuales no quedan ventanas por las cuales puedan colarse aquellos
vientos que vienen de los cuarenta. Ni Perón ni Kirchner fueron economistas
pero sí es innegable que la economía nunca fue desconsiderada en sus
concepciones políticas, la economía fue subordinada a la política
transformadora de realidades sociales.
En la conciencia política de Perón era clave el sector industrial como
un medio alcanzar la patria socialmente justa, económicamente independiente y políticamente
soberana. La industria fue vista como un medio para crear
empleos, crear mercado interno, crear trabajadores, crear sujetos de derechos,
crear actores políticos, fortalecer las organizaciones sindicales. En 1.954
según datos del censo industrial había más de un millón de trabajadores en el
sector, 10% más que en 1.946. La constitución del año 49, entre otros temas,
reconoce la existencia de ese sujeto de derecho que eran los trabajadores, los
descamisados en palabras de Evita, y que a partir de ahí podrían gozar del
Estado de Bienestar. El Estado ideado por Perón era la antítesis del paradigma que
representaba ese modelo agroexportador de carnes y cereales.
No solo era el plan quinquenal sino también era la constitución del 49’ .
La impronta industrialista de Perón nos podría llevar a creer que los miembros
de la Unión
Industrial Argentina andaban de festejos en festejos. Pero no
fue así. A los miembros del viejo club industrial no le cerraba la ecuación social
que a la par del fortalecimiento del mercado interno se produzca el aumento del
poder obrero, mucho menos cuando a ese sujeto se le reconocían sus derechos por
medio de la constitución del 49’ .
La apuesta era paradigmática. El Banco Central fue puesto fue puesto al servicio de las políticas macroeconómicas, con él se agilizaban las concesiones
de créditos a pequeños y medianos industrialistas y productores agropecuarios, se
apuntaló El IAPI como herramienta estratégica para la redistribución de los
ingresos del sector agroexportador a la industria.
Miguel Miranda, ayudaba
a Perón, para hacer contrapeso al discurso antiperonista que danzaba en esos
tiempos. Miranda, al tomar posesión del cargo de Presidente del Consejo Económico
Nacional, les decía a aquellos opositores “No
olvidemos que, durante casi dos generaciones de argentinos, nuestro trigo y
nuestra carne no evitaron la asfixia y el asilamiento económico argentino, que
si no fue total se debió a la incipiente pero valerosa industria argentina”.
En las elecciones internas de la
UIA en Abril de 1.946 ganaron los empresarios antiperonistas
encabezados por Pascual Gambino. Se podría decir que el peronismo, con su plan
quinquenal y con la constitución del 49 alineó en su contra a dos fuerzas, grandes
industrialistas de la
Unión Industrial Argentina, y la Sociedad Rural Argentina,
además de otros sectores conservadores, que unidos se sintieron aliviados con
el final del gobierno de Perón en el 55’ .
La historia del
Rastrojero, es un buen ejemplo para reflexionar la concepción peronista de la
economía, el rol del Estado, de la industria, de los bancos y del trabajador. El
eterno rastrojero comenzó a producirse en 1.952 en la fábrica de automóviles de
la Industrias
Aeronáuticas y mecánica del Estado (IAME), pero la Revolución fusiladora
primero, luego el gobierno de Onganía intentaron frenar su producción hasta que
en 1.980 recibió la estocada final de parte de las sucias manos del binomio
Videla-Martínez de Hoz en el marco de un proceso desindustrializador y de
apertura indiscriminada de la economía. La producción de rastrojero significó
la existencia de 10.000 trabajadores aproximadamente. Todavía en algunos campos,
se lo ve marchando al estoico rastrojero. La concepción peronista de la economía
también.