“Voto no positivo”. La voz le sonó temblorosa, sus manos dibujaban siluetas amorfas, su respiración vaciaba el aire del recinto y de golpe los devolvía con fuerzas, fue la puesta en escena de una riña interior de un hombre adulado por el poder.
La Resolución 125 del poder ejecutivo nacional había desatado un enojo volcánico en los representantes de uno de los sectores más beneficiados por las políticas macroeconómicas del kirchnerismo, las rutas argentinas fueron ocupadas bajo una temible dicotomía: “derogación de la resolución o estallido social”.
Julio Cleto Cobos, detrás de la intransigencia de la mesa de enlace, vio luz para apropiarse de protagonismos, primero se mostró como un oficialista moderado, mas tarde como mediador neutral. Si bien fracasó en ambos roles, las tapas de los diarios, los minutos de televisión lo mostraban como “El hombre” capaz de consensuar una solución al conflicto aunque con su participación lejos de moderarse, subía de tono. Cobos y los medios, día a día, ayudaban a mantener vivo el fuego del conflicto, era el mejor de los negocios políticos para un tibio vicepresidente.
El Congreso Nacional, epicentro de la pluralidad democrática tomó la posta en la obsesionada carrera hacia la eliminación de la Resolución 125. Las palabras desaparecieron cuando el cartel del senado informaba un gélido empate, y como si se tratara de una final futbolera había que recurrir a un tiempo suplementario para desempatar, nuevamente era el “tiempo de Cobos”. Cuarto intermedio! Pidió, nada de eso contestó Pichetto (presidente del bloque oficialista), se necesitaba acelerar la definición para saber donde se ubicaba Cobos.
En la madrugada del 17 de Julio, Cobos se enfrentaba a la opción de traicionar a su Presidente o el enojo de los dirigentes del campo. El recinto fue cubierto de incómodos murmullos, de miradas atentas y no amigables, de gestos de aliento y decepción. Era su tiempo, y ahí, en la casa de la democracia sus palabras sonaron entrecortadas por la respiración. “Que el tiempo me juzgue” remató. El empate se rompió en contra del Poder Ejecutivo del cual es parte,. “Es lo mejor para el país” argumentó.
La traición de Cobos no era extraña, un tiempo antes menospreció las letras de la carta orgánica de la UCR para acompañar un proyecto nacional, popular y transversal argumentando que era lo mejor para el porvenir de la nación. No tuvo lealtad partidaria, su traición fue sancionada con la expulsión de la UCR.
Tras el colapso del 2.001, dirigentes y militantes radicales unieron sus esfuerzos para recuperar la entidad partidaria en los distintos distritos del país. No había apuros, la vocación de servir a una causa desde la firmeza de convicciones parecía ser el combustible moral. Los radicales estaban protagonizando una gesta heroica cuando Cobos decidió abandonarlos sin valorar una sola gota del esfuerzo común de sus correligionarios para acompañar una formula presidencial de otro partido.
Julio Cleto Cobos cometió doble traición: El primer acto traidor lo cometió contra sus correligionarios, y el segundo contra la Presidente, y los ciudadanos que lo eligieron en la formula presidencial del 2.007.
¿Habrá una tercera traición en la vida política de Cobos? Nadie con sentido de la responsabilidad podría negar la posibilidad de una tercera traición, ni el propio Cobos puede garantizarlo. Que pasaría si el día de mañana nos dice “voté en contra de mi país” porque era lo mejor tras una reunión con el FMI, o a favor de alguna medida internacional que estrangule a nuestro país?.
¿Quién podría garantizar que Cobos, en el futuro, no incurra en traición a la Patria?Cr. César López
Abrapalabras
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