DEBATIR LA SOLIDARIDAD, NO ES PENSAR LA TRAGEDIA


La Cámpora, otra vez, la excusa perfecta tomada por los medios corporativos para camuflar las desidias de Mauricio Macri y de Daniel Scioli; y apuntar al maldito kirchnerismo. Las discusiones que giran alrededor del error de Larroque (lamentablemente, no frenadas con un simple pedido de disculpas a Juan Micelli) tapan los debates y medidas de fondos que se deberían tomar para evitar la repetición de una tragedia similar. La solidaridad no mata. La tragedia sí. El debate debería girar alrededor de las causales de muertes, de enfermedades, y de pérdidas patrimoniales. Cuales fueron las acciones y omisiones que desencadenaron, agravaron o no morigeraron la tragedia. Si no se discute ese antes, es muy difícil pensar que no tengamos en el después otra tragedia similar. La solidaridad es un paliativo, y no merece mayores debates. Sos solidario o no sos. No hay obligación de ser solidario, ni hay normas que indiquen cómo deben ser los actos de solidaridad. Es algo que corresponde a las predisposición interior de cada persona, a la actitud de cada quien. La actitud y aptitud de nuestros gobernantes (y de nosotros los ciudadanos y militantes) es lo que se debería poner bajo reflexión. La Presidenta, dijo no es un fenómeno climático sino un fenómeno edilicio. En esa ecuación propuesta por la Presidenta, claramente, los responsables son los gobernantes de los estados provinciales y municipales. Pero no toda la culpa puede recaer por esos lares porque también el Estado Nacional (y no digo gobierno nacional) a lo largo de los años no fue del todo efectivo para articular acciones que permitan reducir esa tendencia a la sobrepoblación en las grandes ciudades, que tampoco es un mal argentino sino un fenómeno global. Una tragedia repentina no se cultiva de la noche a la mañana sino que el proceso de la tragedia es de larga duración. Me parece que si seguimos compitiendo por quien tendrá los menores costos políticos de esta tragedia, seguiremos teniendo costos sociales altos en el futuro. Está claro que Mauricio Macri, más propenso a vacacionar o jugar el fútbol mientras otros cooperan con las victimas, es el ejemplo a no seguir bajo ningún concepto, no tiene un centímetro de ideas (ni de sensibilidades sociales) que permitan pensar en una Argentina más federal, más cercana al aprovechamiento por parte de los habitantes (y no tantos capitalistas) del extenso territorio. Pero a ese kirchnerismo (que vino a restaurar a la Argentina, que va sembrando debates políticos por todas partes, que demostró estar en condiciones de generar la expansión de los recursos por el territorio argentino, que inauguró universidades en varios puntos del país, que construyó rutas, que invierte en viviendas, que impulsa industrias, que trata de reducir las brechas digitales, que intenta modificar la unidireccionalidad de los medios de comunicación; que está intentando industrializar la ruralidad, uno necesariamente) uno le deposita mayores confianzas, para que también lidere el debate de la federalización para crear una conciencia federal. Esto no le podemos a pedir ni a Macri, ni a Carrió, ni a Binner, ni a Alfonsín, ni a Larroque, ni a Boudou, ni a Magnetto… Es una tarea para los Capitanich, para los Urtubey, para los Uribarri, para los Randazzo, para los Calcagno y naturalmente para Cristina Fernández de Kirchner. Es la hora de comenzar a debatir también la democratización del suelo argentino (que es también un buen modo de democratizar el medio ambiente).   

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