Por cada palabra que hilvanaba el Presidente para
"tranquilizar a los mercados", el dólar cual chiva loca daba un salto
más.
El problema es que la chiva loca no salta en un
campo lleno de horizonte y de pastos, sino que sus saltos se producen en un
barco con problemas para mantenerse a flote y con un capitán (que además de
pirata) es inepto.
Mientras varios intentaban atar a la chiva loca; al Capitán se le ocurrió hablar
para tranquilizar. Cállate, cállate que nos desespera gritaban los marineros.
Nadie con dos dedos de frente
puede negar que la Argentina adelantó dramáticamente su crisis de deuda. Al
final de año el nivel de endeudamiento se situará en 80% del PBI. El escenario
no hace más que agravar una crisis de inversiones productivas y de empleo.
Imaginemos que Macri hoy muestra su desesperación al FMI para tratar de evitar
las corridas hacia el dólar; o sea que anda muy lejos de la etapa que significa
promover inversiones de pymes, facilitar líneas de financiamientos con
reducción de tasas de interés. Es un gobierno entrampado en los criterios
especulativos del mercado financiero; y esto produce que empresarios y
trabajadores de la economía real queden entrampados en una elevada
incertidumbre. Si no se controla a la chiva loca, nos hundirá a todos.
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