La prisa electoral, por lo general,
devora uno de los mejores bienes de la política que es el debate. Tenemos un
oficialismo que -con justa razón- repasa lo realizado en estos años de gestión;
y una oposición que enhebra un discurso acusatorio, sin capacidad para ofrecer
proyectos alternativos ni siquiera para defender las gestiones del pasado.
Este discurso chato de los opositores, debería alimentar un cómodo
triunfo, en el mes de octubre para el oficialismo. Cómodo triunfo es 10-6 en la
legislatura provincial.
En casi todos los escenarios
electores del país, ganan los oficialismos. Desde Gildo Insfrán en Formosa hasta
Binner en Santa Fe. Claro que nuestro gobernador debería mostrar un valor
distintivo al resto de los triunfos oficialistas. Es un dirigente nacional tal
cual lo manifestó Néstor Kirchner, en su última visita al chaco. Además posee
una plataforma de gestión que acredita valiosos.
No son menores los datos de
disminución de la tasa de mortalidad infantil, de la tasa de analfabetismo. La
construcción de miles de viviendas. Cientos de kilómetros de rutas. De fibra
óptica. Pavimento urbano.
En materia de provisión de agua de
fuentes mejoradas, avanzó más allá de las eternas promesas -y gastos en
consultoría- de gestiones anteriores que decían que iban a construir el
acueducto del interior, que iban a perforar 600
metros con un camión
adquirido por la gestión Nikisch pero que nunca fue utilizado.
En materia industrial la provincia está encaminada a las 250
radicaciones para el 2015 y a los 20.000 empleos industriales.
En materia de salud publica, la inversión en infraestructura
hospitalaria y centros de salud. Inversión en infraestructura educativa, más de
400 escuelas. Inversión en infraestructura deportiva y social…
Existe un núcleo de gestión, que ni
el más necio de los necios, se atrevería a no reconocer.
Jorge Capitanich, no es la principal
sino la única fuente de credibilidad del oficialismo.
La mayoría de sus funcionarios son
prácticamente desconocidos para la población que no integra ninguna estructura
partidaria, y quienes no son desconocidos sufren altos niveles de rechazos. Es
un punto fuerte a favor de Capitanich pero también un punto débil del proyecto
colectivo.
Todos los líderes sobresalen del
resto. Sin embargo cuando el resto no genera ni la luz de una luciérnaga, el
asunto nos debe guiar a una reflexión. El color sonoro que transmite un grupo
debe tener matices. Capitanich habla en todas partes y en todas las
circunstancias. Nadie. Por más fanático que sea, escuchará siempre a un solo
artista en todas las circunstancias.
En la lista 501 letras k, hay
dirigentes con sobrados antecedentes, que no merecen el destrato (en algunos
casos el maltrato) de los medios más importantes del chaco.
Muchas veces pienso, que entre los
tantos daños causados durante 16 años, está ese paradigma comunicacional donde
el periodismo consiste en la recolección de gacetillas de prensa.
La dialéctica política es reservada
para el gobernador, para un animador radial y para un editorialista. El resto,
funcionarios y demás periodistas, condenados al testimonio marginal.
El propio Capitanich dice que la
política es acción mas comunicación; y aún así, muchas veces escucho a
funcionarios jactarse con un “nosotros hacemos” para eludir la peripecia
argumentativa que exige la dialéctica política. El acostumbramiento a las
gacetillas, nos generó un círculo vicioso de comodidades mutuas. Tenemos miedo
a apartarnos de los dictados.
Entonces, hoy nos encontramos con
discursos contundentes de los candidatos del oficialismo, en especial de
Eduardo Aguilar y de Juan M. Pedrini, pero las interpretaciones
periodísticas brillan por su ausencia.
Es muy cómodo narrar que fulano dijo
tal cosa. Es muy cómodo decir que Rozas presentó su libro “el valor de la
palabra”, y que Capitanich hizo lo propio con su libro “La visión, nuestro lugar en el mundo”. Ni siquiera
nos hace falta leer los libros para decir que los títulos de los libros nos
llevan a pensar que uno está escribiendo sus memorias, y que el otro está
escribiendo los perfiles para el futuro. Mutuas comodidades que nos alejan de
todos los debates posibles.
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