Si bien desde algunos sectores mediáticos y políticos consideran que las
objeciones a la gestión Macri, son palos en la rueda concebidas en las fanáticas
cabezas de los ultrakirchneristas; en estas horas no se necesita recurrir ningún trabajo de sondeo de opinión para intuir que el asunto socioeconómico
se puso agrio. La paradoja es que Elisa Carrio, Beatriz Sarlo, y Sergio Massa
picaron en punta para cuestionar los ajustes. Margarita Barrientos, fue la única
allegada que intentó defender las medidas con el argumento de la esperanza.
Pero
no existen esperanzas posibles que puedan solventar el duro momento que viven
las familias argentinas. Ningún argentino podría acercarse a la ventanilla, y
decirle al cajero que para abonar la factura de luz no le alcanza el dinero pero
que tiene un stock de esperanzas. El cajero, si no es muy antipático, podría
utilizar el latiguillo electoral de Macri para significar que la factura debe
pagarse hoy, no en el segundo semestre: "Es hoy, es acá, es ahora".
El modelo de ajuste no es una invención de Macri, es un programa de
gobierno que viene enlatado. Argentina ya lo padeció en otros tiempos. Algunos países
de Europa lo padecen en la actualidad.
Sin ir más lejos, en el mes de Febrero, el FMI presentó el informe 16/69
con datos obtenidos al mes de abril del año pasado. Allí están los lineamientos
para el programa de gobierno, y sus efectos. Unificación de mercado de divisas
(que no es otra cosa que devaluación), Ajuste fiscal creíble (creíble, es
cuando las clases populares sienten el impacto como ocurre en la actualidad); y
restablecimiento de la credibilidad de la política monetaria. El informe no dice
nada que no se haya dicho durante el proceso electoral. La sociedad argentina
tuvo información relevante y oportuna para tomar la decisión del voto. Tanto
Daniel Scioli como los economistas del PRO (hasta que fueron escondidos por una
estrategia comunicacional de engaño) fueron muy claro de los sucesos que
vendrían.
El FMI, dice que "Toda eliminación de los controles cambiarios y
unificación de los mercados de cambio producirá probablemente depreciación
significativa del peso". El informe, acota que "La depreciación del
tipo de cambio tras el levantamiento del cepo probablemente produciría un pico
inflacionario".
Y los consejos siguen. Una vez que se desató el pico inflacionario, la
estrategia de la desinflación podría dar resultados si se basa en el
fortalecimiento de la disciplina fiscal (ajustes) y endurecimiento de las
condiciones monetarias (no emisión/endeudamiento externo). Si se pudiera
eliminar el financiamiento del BCRA, se reduciría a cero el crecimiento de la
base monetaria, y se recortaría la inflación.
El FMI sostiene que eso abriría una
brecha en el financiamiento fiscal que habría que corregir con acceso a "endeudamiento
externo o con una reducción del déficit fiscal". Y claro, cuando se habla
de acceso a endeudamiento externo, el FMI es claro: Se requiere pagar a los
holdauts.
El gobierno y el FMI solo difieren en el momento de la remontada. Para
el organismo la remontada llegaría a fines del 2016, comienzo 2017. El gobierno
nacional, nos invita a cerrar los ojos e imaginar que en el segundo semestre
del año se inicia la remontada. El gobierno es hábil para sembrar artilugios, cuando
nos dice segundo semestre, pensamos en julio/Agosto; no en las fiestas
navideñas que sería lo mismo que decir primer semestre del año 2017.
Para el FMI, la caída del consumo por la gran devaluación podría
suavizarse con el "efecto riqueza" que sentirán (El organismo habla en tiempo futuro porque es un
informe redactado con anterioridad a la devaluación) aquellos hogares
argentinos que al momento de la devaluación tengan dólares en sus manos.
No sé cuantos hogares argentinos vieron apreciar sus ahorros en dólares, y
aumentaron el consumo por ese efecto riqueza. Asimismo, el daño de la caída de
la actividad se suavizaría con una estrategia económica que inspire confianza
para que el capital extranjero regrese tanto en forma de cartera como de IED.
En el informe de 38 páginas se advierte
que las políticas económicas del gobierno nacional tienen un liderazgo claro y
contundente del FMI. Tan claro que uno de los párrafos advierte que las medidas
podrían no aplicarse si el gobierno teme a las repercusiones políticas por las
medidas impopulares: "El pico inflacionario y el recorte de los subsidios
energéticos harían de la devaluación del peso una medida sumamente impopular.
El impacto recesivo de las medidas descritas arriba podría golpear con especial
dureza a los segmentos más vulnerables de la población. El surgimiento de
descontento social, a su vez, podría erosionar el capital político necesario
para poner en práctica algunas de las medidas descritas (por ejemplo, la
consolidación fiscal), poniendo en entredicho la credibilidad del programa
global de reforma. El temor a las repercusiones políticas podría disuadir al
nuevo gobierno de gestionar un proceso de cambio".
El líder FMI debe quedarse tranquilo. Mauricio Macri, demostró
infinita valentía para meterse contra el bolsillo de las mayorías populares.
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