Las mutuas manos. La del joven, y la de su líder, símbolos de la unión que exige la construcción de una nueva mentalidad . |
Las palabras de CFK, rodeada de una multitud, constituyen
una fatalidad para los grupos dominantes. La líder del proyecto nacional y
popular rompe esa mentalidad neoliberal que nos acompaña desde hace tiempo. Jacques Le Goff decía que la mentalidad es el elemento capital
de las tensiones y luchas sociales. La razón de ser del kirchnerismo es la
ruptura de una mentalidad. El propio Le Goff decía que es muy espinoso el
estudio de las transformaciones de las mentalidades, que no es fácil aprehender
lo nuevo en este campo de permanencias y resistencias. No cualquier dirigente
político tiene el coraje de liderar un proceso de transformación de
mentalidades.
Cuando las calles se llenaron de indignados en el año dos
mil uno, fue por la insoportable asfixia. Había sed de algo nuevo. En ese
momento no se sabía qué pero algo nuevo capaz de crear una tensión contra esa
mentalidad del Estado ausente para corregir las asimetrías y exclusiones
sociales. Hoy tenemos esa relación tensa entre una mentalidad que se resiste a
desaparecer y una mentalidad que presiona por emerger triunfante. Estamos en un
momento caliente de intersección de las mentalidades. Las palabras de Cristina,
y los miles de rostros jóvenes que la acompañan, constituyen una fatalidad para
esa mentalidad que se resiste. Las palabras acopiadas durante décadas comienzan
a ser insuficientes.
Los opositores, en un esfuerzo de creatividad, intentan
contrarrestar con una consigna. Pero década ganada no es una consigna, sino una
síntesis. Los dirigentes opositores (o singentes opositores) deberían debatir
realidades. La Presidenta , les propuso un debate macropolítico.
La década ganada no es una consigna vacía, sino que
sintetiza los efectos positivos de las incontables decisiones políticas tomadas
durante el kirchnerismo. Duele escuchar a los singentes de la oposición diciendo
que estamos en una “década desaprovechada”.
Duele porque en esa nadería discursiva no existe ninguna dimensión pedagógica.
Esta ausencia de responsabilidad pedagógica es el indicio de la falta de
adherentes a sus proyectos políticos. Alguien dirá no tienen proyecto político.
Cosa que puede ser cierto. A esta altura no vamos a entrar en el dilema si el
huevo o la gallina. No se puede hablar
de década desaprovechada en un país donde ese estado que nació en 1.976 dejó
minado todos los terrenos socio-económicos. La deliberada desindustrialización,
el endeudamiento compulsivo, las privatizaciones, y las flexibilizaciones
laborales; nos indican qué tipo de Estado no debemos aceptar nunca más. Nos
acostumbramos a escuchar una verborragia sistémica de la defensa de la libertad,
aún en épocas donde ellos atacaban las libertades públicas. No era ni es la
libertad pública la que defienden; sino la libertad de hacer sin las
regulaciones del Estado. En ese esquema neoliberal la condición sine que non para
que haya libertad es que el Estado se abstenga de intervenir.
¿Donde estaba la libertad de los argentinos en aquellas
décadas de hiperinflación, de hiperendeudamiento o de hiperdesocupación? Un
estado que no conduce el proceso de generación de empleos, es un estado incapaz
de sembrar libertades. La flexibilización laboral fue un modo de delegación de
responsabilidades al sector privado. El
trabajo no es un tema donde el estado deba interferir, que se arreglen entre
los empresarios y los trabajadores. La
falta de trabajo afecta la libertad ciudadana. El primer desafío político del
kirchnerismo fue generar fuentes de empleos, fuentes de sustento para las
millones de familias que estaban excluidas en aquel país de la libertad
ficticia.
En esa mentalidad del Estado ausente, “La deuda externa” era
un término de contexto que se repetía por todas partes durante la denominada
década pérdida de América Latina. La deuda externa es impagable; se decía. Nuestro
país ingresó en moratoria en 1.988. Entre ese año hasta la declaración del
Default, nuestro país experimentó el plan primavera, la convertibilidad, las
privatizaciones, flexibilización y reprogramaciones de deudas –o sea más
endeudamiento-. La deuda externa no es una palabra de contexto en estos días. El
modelo de endeudamiento que nació con los recientes muertos de Videla y
Martínez de Hoz, no solo era incrementar la deuda externa sino también
incrementar trágicamente la deuda interna.
Estamos en una intersección de mentalidades pero viendo a la
multitud joven dando el debate, tomando las plazas, las calles, los barrios, el pronóstico es alentador. La
transformación de mentalidad está por suceder. Si la mentalidad colectiva se
transforma, entonces el desafió de los singentes opositores será convertirse en
dirigentes; y para ello deberán servir a la política, no ya a las corporaciones.
El desafío del actual proyecto político será seguir pagando las deudas internas
contraídas durante décadas. Esta intersección de mentalidades, es un desafío
para todas y todos.
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