Audio. Segmento de opinión
La vida política de Kirchner era
insignificante en el país de las obediencias debidas.
Tengo la sensación que este muchacho no se resignó, construyó su ser, su existencia, su significante político con el armado del
país de las desobediencias debidas.
En esa borrachera colectiva que teníamos a comienzo de los
dos mil, andábamos mareados de cuneta en cuneta, no teníamos en claro ni el
destino ni mucho menos al conductor responsable.
Era ese país de las obediencias debidas que queríamos dejar
atrás, abandonar ese paradigma del verticalismo y del orden militar que estaba
presente por todas partes y en todos, hasta en las largas filas en las
embajadas, o para retirar los clasificados de Clarín. Ni que hablar esa
disciplina que debíamos guardar para revisar la historia, para acatar las
decisiones del FMI, la disciplina fiscal, la disciplina monetaria. Una ordenada
borrachera colectiva.
La obra política de kirchner trascenderá en el tiempo porque
el tipo se hizo desde una legitimidad cercana a cero, construyó su autoridad
presidencial desde la nada, debió administrar un país devastado,
planificadamente devastado.
Y por si fuera poco, Kirchner sembró pasión política en un suelo, que nos decían, era no fértil
para la militancia de los más jóvenes. Ahí están esos niños que tenían 6,7, 8
años cuando el insignificante jugaba con el bastón de mando presidencial,
siendo fieles guardianes del país que comenzó a construir un 25 de Mayo del
2003, y diciendo: “Si la tocan a Cristina,
que quilombo se va armar”.
El llamado Chirolita de Duhalde, luchó por la restauración
de la identidad nacional, de la justicia social, de la memoria, de la soberanía
política y de la independencia económica. En su andar por el poder reivindicó a
la juventud maravillosa, a las madres, a las abuelas, y a los hijos de los
desaparecidos, desde el minuto cero militó en contra de la criminalización de
las protestas sociales, ni bien tuvo un poco de soga comenzó a batallar contra
las corporaciones militares, financieras, judiciales, terratenientes y
comunicacionales.
La filosofía del absurdo o absurdismo se basa en la
inexistencia del significado predeterminado del universo respecto al hombre.
Albert Camus, el impulsor del absolutismo, decía que: "Toda vida es insignificante
y que su valor depende exclusivamente del que los seres humanos le den".
En fin, Néstor Kirchner un rebelde que se atrevió a forjar,
en forma revolucionaria, su existencia política en el país que nació en el dos
mil tres, en el país de las desobediencias debidas.
César López
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