El Fondo del Bicentenario de U$$ 6.569
todavía no fue instrumentado. El BCRA no trató el pedido de apertura de cuenta
para cancelar deudas del 2010 realizado el 22/12 por el Ministerio de Economía.
Que Martín Redrado no responda a una solicitud, y más tarde se atornille a su
cargo no resulta gracioso, es una resistencia tan solo explicable por aquellos intereses
que no están a la vista de los habitantes.
Cuando un gobierno decide afrontar los vencimientos de
deudas con fondos de reservas de libre disponibilidad sin recurrir al mercado
financiero, es una elección pragmática. El costo del dinero será menor, los
beneficios sociales serán mayores.
Esa opción pragmática, con efectos económicos y sociales positivos, fortalece
la soberanía política en la fijación de las prioridades presupuestarias.
Cuidar el superávit primario, en tanto sea posible, que
los ingresos públicos sigan por encima del gasto público y no se vean afectados
por el pago de los servicios de la deuda, es una gran noticia para el sector
privado. Si el Estado hubiese tomado el camino de achicar el gasto público para
cuidar ese superávit, estaría atentando contra el consumo interno, contra la
demanda agregada, contra el nivel de empleo.
A los grandes operadores de los mercados financieros, les
conviene tener a los países en un estado de necesidad permanente. Los Bancos
centrales, usualmente, son manejados a control remoto desde algún lugar del
planeta. Martín Redrado es un escudero.
En la hipótesis que manejan los operadores financieros, la
resistencia de Martín Redrado es fundamental para en el corto plazo transitar dos
caminos posibles que beneficiarán a los mercados financieros.
Si el Poder Ejecutivo no puede acomodar el BCRA como una
herramienta para los objetivos macroeconómicos, tendrá que recurrir al mercado
financiero o achicar el gasto publico.
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