Después de ver el partido de River Plate contra Platense por la
Copa Argentina, de ver las declaraciones del goleador Scocco, del arquero
vencido De Olivera, y del maestro Gallardo; bajé el volumen del televisor, cambié de canal y puse Intratables.
Para mi asombro no estaban a los gritos. En la parte final de una entrevista amigable, estaban los susurros de actriz de la
gobernadora Maria Eugenia Vidal. Esta vez, el conductor se ahorró pedir cerrar la
grieta, mientras promueve el griterío infernal de su
panel.
Las palabras amorosas de Vidal me llevaron a pensar que
Cambiemos en su tercer año de gestión; abre un nuevo ciclo televisivo en el
cual Vidal cuenta que Stanley y ella son tan buenas personas que no se cansan
de escuchar a los vecinos en los merenderos, en las iglesias, y que están para
ayudar con la provisión de mercadería
para evitar el hambre. Para la escala de un millonario como Macri esto no
es más que tirar dádivas mientras genera explotación y abuso de poder.
Durante la campaña electoral prometieron pobreza cero; durante
el gobierno trajeron nuevamente el hambre a las mesas de los argentinos.
Vidal se muestra como una
heroína en el reparto de mercaderías para que los niños puedan comer en los
merenderos comunitarios.
No quiero ser pesimista pero la historia nos dice que cuando el
gobierno radical entregó las cajas PAN no evitó ni resolvió la crisis de la
hiperinflación. El país sufrió hambre.
En honor a la verdad histórica, es justo reconocer que el
gobierno radical debió afrontar las circunstancias de una economía de dictadura
y de posguerra de Malvinas.
Raúl Alfonsín se sentó en el sillón
presidencial rodeado de militares que pretendían impunidad eterna, de
acreedores financieros que pretendían cobrar el dinero que prestaron para
financiar el saqueo dictatorial, de trabajadores que querían mejores salarios,
de empresarios que querían reducción de la tasa de interés que llegaba al 60%
(las pymes; los grandes estaban contando, y utilizando los dólares en
inversiones inmobiliarias que lograron por distintas vía con la dictadura), con
una inflación de 200% anual, con una devaluación previa del peso respecto al
dólar del 400%...
No sigo. Temo pensar que el gobierno venidero puede
recibir un país como el que recibió Raúl Alfonsín.
Temo que los neoliberales dejen al país como dejaron los
dictadores en el 83. Un país con alto endeudamiento en dólares, con alta
inflación, con caída de la actividad económica, un país con hambre. Tengo
derecho al temor. Tienen un año para cambiar el rumbo o aproximarse a los
indicadores temibles que dejó el modelo económico de la dictadura.
(Lo bueno de la mala televisión y de las palabras falsas de
dirigentes como Vidal es que te echan para el lado de la biblioteca a buscar
algunos apuntes sobre economía)
No hay comentarios:
Publicar un comentario