Son tiempos duros, difíciles. El país
ingresó en un tobogán que hace temer lo peor. Tenemos un gobierno enlatado con
funcionarios experimentados en el mundo de las burbujas financieras. Cuando no
existe autoridad política ni social, se recurre al autoritarismo de las
amenazas y de las mentiras. El cinismo es aterrador. El presidente Mauricio
Macri, trabaja para mostrarse como una persona común y corriente, un
vecino más, y hace movidas teatrales que van desde ir a comer
milanesas a la casa de una vecina, o la última que consistió en pedir
permiso a una vecina para ir al baño. Puestas en escena que tratan de esmerilar
el plano real.
Se habla de las piedras inventadas
contra el presidente mientras las fuerzas policiales desplazaron a empujones y
patadas reales a jubilados que protestaban en un carril del puente pueyrredón.
Los periodistas
que no son militantes pero que se asumieron como periodistas guerreros, están a
la orden del día para contaminar el ambiente. La noticia corrió como reguero de
pólvora, el Presidente blindado fue apedreado en Mar del
Plata. En la era de las filmaciones callejeras realizadas con celulares,
nadie pudo demostrar los piedrazos contra el Presidente blindado. El jefe de la
policía bonaerense negó esas noticias que hablan de agresiones con piedras al
presidente. Por otra parte, un grupo de jubilados que protestaban en el
puente pueyrredón fueron sacados por las fuerzas policiales, escudos y carros
hidrantes sobre la humanidad de los jubilados.
Las protestas sociales son elevadas a
la categoría de amenazas contra la seguridad del Presidente blindado. Todos los días informan que el presidente fue
amenazado a través de una llamada anónima al
911; hasta las amenazas en twitter. Para imponer medidas neoliberales se
provoca una crisis; para imponer el "orden" se necesita crear el
desorden, crear enemigos amenazantes. Es una arquitectura del mal utilizada
para transferir miles de millones de pesos a los grupos concentrados de la
economía.
La sociedad está
amenazada, y sin chances de blindarse. Basta recordar las declaraciones de los
funcionarios para confirmar esas amenazas. Por ejemplo, tomemos el lenguaje
extorsivo de Alfonzo Prat Gay para justificar las medidas del gobierno
nacional. Pago a fondos buitres o ajustes e hiperinflación; tarifazos o
ajustes e hiperinflación; más salarios o menos empleos. Lo peor de estas
amenazas es que son reales, y se materializaron aún cuando consiguieron imponer
sus medidas
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