El
Frente para la Victoria
vive la euforia del triunfo. La buena performance de Aguilar en el debate, los
buenos datos que ofrecen las encuestas, y la lluvia fundamentan esa euforia.
Dijimos aquí que la campaña se había caracterizado por una especie proselitismo
policial hasta el lunes pasado. La tendencia que venía hasta el 11 de agosto se
frenó, e inició una etapa de crecimiento suficiente como para asegurar el 9-7.
Y para aspirar un poco más.
El
debate es la muestra del primer plano que ocupó Eduardo Aguilar en la campaña.
También es la marca identitaria del estilo de liderazgo que eligió Capitanich. Es
el entorno de liderazgo dentro del cual se maneja Aguilar.
No
se si Aguilar llegará a la gobernación del Chaco, tampoco tiene importancia
saberlo en estas instancias. A lo sumo preguntarnos ¿El peronismo encontró al
sucesor? No es un dato menor que en las distintas áreas del gabinete provincial
se observen funcionarios formados en sus distintos equipos de trabajo que condujo Aguilar.
Para algunos, los problemas son tan complejos como para ponerle
nombres y apellidos. Consideran que los problemas económicos se
llaman Moreno. O la provincia se llama Coquilandia. La vacuidad es compleja. Prefiero
a los dirigentes que se manejan con la simpleza del esfuerzo, de la
preparación, de la investigación del origen y naturaleza de los problemas.
El
debate nos regaló ese contraste. Alguien recitó muletillas para congraciarse con
el aglomerado antikirchnerista; y alguien que mostró la chapa patente del
proyecto al cual pertenece.
Para
algunos - emparejadores de proyectos en un contexto de antipolítica- es más
cómodo puntualizar en el latiguillo “políticas de estado”. Importa más pensar
en dirigentes para los cuales la diferencia partidaria sea solo una anécdota, y
sean serviles a los grupos de presión. Entonces, promueven que el debate
televisivo tenga como resultante un paquete de coincidencias básicas. Pero no
es así.
Aguilar
y Rozas, desde la dialéctica sintetizaron un conflicto político real. El verbo
confligiere quiere decir “chocar, colisionar”. En el debate colisionaron dos
expresiones políticas distintas. Las muletillas utilizadas por Rozas tenían
como contrapartida los hechos y las propuestas de Aguilar.
Los
jueces del STJ designados durante el rozismo fueron cuestionados y escrachados.
El actual oficialismo se muestra prescindente en la selección del reemplazante
de Franco. La producción, la obra pública, la industria, el empleo, el nivel de
endeudamiento también pintan los contrastes. Se que la palabra conflicto
asusta. El conflicto político, en democracia, se dirime en las urnas con el
voto del pueblo.
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