El parco cielo del amanecer no fue impedimento
para que las urnas hospeden la masiva confianza en Jorge M. Capitanich. No es
una revancha pugilística. Pero se parece. El montenegrino de les ganó en forma
consecutiva y en el mismo orden a Ángel Rozas y Roy Nikisch con quienes había
perdido en 1.999 y 2003, respectivamente.
El fervor coquista en la extensa caravana del
jueves, de alguna forma ya había anticipado el volumen histórico de la
victoria. La cosecha record de votos es el corolario de una gestión que fue
planificada y ejecutada a lo largo y ancho del territorio provincial.
Ni el más antiperonista puede negar la dimensión
de los hechos. Capitanich, demostró que es un hacedor implacable de destinos. Su
pasión política es la única espada que utiliza en esta batalla para sacar la provincia de ese estancamiento secular.
En estas elecciones tuve la sensación que
mientras los demás candidatos se postulaban para el cargo de gobernador;
Capitanich se postulaba para ser el mejor gobernador de la historia.
Frente a la prensa desparramó emoción y números.
Le dedicó el triunfo a Néstor Kirchner. También a Cristina Fernández de
Kirchner a quien le dijo “Este triunfo es suyo señora Presidenta”. Respecto al
2015 se apresuró a decir “no especulen conmigo”, rodeado de Florencio Randazzo
y Amado Boudou.
Aunque victorias como estas podrían convocar la
soberbia de cualquier moral, Capitanich prefirió la mesura. No se mareó con ese
crecimiento de más del 20% en el flujo de votos respecto del 2007 ni
tampoco con esa gran brecha que le sacó al segundo.-
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